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Si los pupitres de los colegios hablaran...

Cuando alguien me pregunta por Martín (uno de los hombres más nobles que conozco) se me llena el pecho de orgullo al decirles que está haciendo un doctorado en Física en uno de los mejores Institutos de Física del mundo, la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN).
Este orgullo es doble cuando recuerdo lo mucho que le costó llegar a donde llegó.
- Tuve suerte – me dijo, con lágrimas en los ojos, días antes de viajar a Suiza.
Y si la tuvo.

Recuerdo que saliendo bachiller (con diploma de excelencia), Martín se creía el dueño del mundo. Fue el mejor alumno, el más destacado en todas las materias, el abanderado, el orador en la ceremonia de graduación por lo que, supuso, la Universidad no sería algo demasiado complicado.
- Soy disciplinado – me decía – tengo una meta fijada, tengo claro que quiero hacer de mi vida y tengo todas las herramientas a mano: soy inteligente y supe destacarme en el colegio.
Si, así era (y es) Martín, sin embargo, un mes después de pasar los “vestibulares” la historia era diferente. Sí tenía la inteligencia necesaria (por encima del promedio por lo que luego me contaron), si tenía todas las ganas del mundo pero…. NO TENÍA LA EDUCACIÓN BÁSICA PRECISA.
- Es como si la mayoría de mis compañeros supieran leer y escribir y yo estuviera aprendiendo recién las vocales – me contó una tarde por teléfono. Yo no supe que decirle.
Hoy, años después, mientras observo la foto de mi amigo rodeado de gringuitos sosteniendo un cartel que dice: “We love the physics of particles” creo que este logro se debió a: el cariño de los docentes que le tuvieron la paciencia suficiente cuando estuvo en proceso de “nivelación”, al empeño de Martín que, en contra de todo pronóstico (asimilar 4 años de física y matemáticas que NO se la dieron como debían en colegio en como 2 meses es… fregadísimo) logró ser uno de los mejores alumnos de la carrera pero FUNDAMENTALMENTE primó mucho la suerte ya que estudio en una de las carreras más pequeñitas de la UMSA por lo que tuvo tiempo para nivelarse y atención casi personalizada de parte de sus catedráticos.
Suerte que la mayoría de los jóvenes de Bolivia no tienen.

Y… seamos sinceros, ESTO NO DEBERÍA SER CUESTIÓN DE SUERTE.

La revolución educativa planteada por el Gobierno actual en la Nueva Constitución Política del Estado está orientada en mucho a la nivelación en cuanto al contenido curricular en TODOS los establecimientos (sean estos privados o fiscales) a nivel Nacional.
Algunas personas (no la mayoría) saltaron y se persignaron ante el hecho de que por ahí existía la “osadía” de homogeneizarlos a todos.
Imagínense qué osadía no? darles a todos las mismas oportunidades sean estos del campo o de la ciudad, de la periferia, del centro o de la zona residencial? Qué osadía querer que primen los conocimientos antes que el dinero.
Y es que, por ejemplo, para que darles una educación de calidad a la gente del campo? (que disparatado), si es PELIGROSO, podrían llegar a creerse el cuento de que tienen derechos porque son tan bolivianos como cualquier otro.
MMMMM, no se ustedes, pero el llegar a ser una Bolivia MEJOR empieza por la educación y no aquella: mediocre, elitista (si, elitista) y comprada de la actualidad sino una educación: unitaria, fiscal, pública, universal, democrática, participativa, comunitaria, descolonizadora y de calidad (curiosamente, todo esto está en el artículo 78, parágrafo I de la Nueva Constitución Política del Estado).

A veces me pregunto que hubiera pasado si la vocación de Martín hubiera sido otra (medicina, derecho, administración, etc), una que lo tenga en un aula de 150 alumnos donde el docente rara vez puede distinguir uno de otro, donde no hay tiempo de nivelarse. O peor, que hubiera pasado si Martín no fuera citadino y hubiera venido del campo.

Supongo hubiera terminado uniéndose al “baile de los que sobran”, tema que les dejo de regalo acá y que muestra que este fenómeno (hijo del actual sistema) es cosa de toda Latinoamérica. De nosotros depende que muy pronto NO sea algo que siga pasando en Bolivia.